viernes, 2 de diciembre de 2011

Anunciaciòn

Prezado preso:

deberàs compartir las rajaduras de tu celda
los rayos de sol que entran por las rejas
el agua que corroe tus cejas
las letrinas donde nadan las almejas.
Deberás compartir también las velas
el rio infame donde navegas
el pastel de la hora buena
y los calcetines de tu abuela.
No podràs volver a la ciudad
ni celebrar el cumpleaños de tu hija mayor de edad
y mucho menos tomar drogas que provocan ansiedad.
Se bueno con tus pares
justo en los altares
sobrio en los bares
(y obvio, no excites tus genitales)
La cárcel te ayuda a no matar
a no mentir y a no robar.

Prezada presa:

Mentir o robar te ayuda a no matar
sobretodo en los altares
se buena en los anales
no tomes drogas carnales
y cuida de las almejas que nadan en las letrinas de tus males.
No podrás volver a la ciudad sola
siempre estarás acompañada y piola
el rio infame donde navega tu alma
es como un sol desafinando tu viola.
Deja esa guitarra en paz
no fumes, no uses el compás,
nada hay para medir aqui
salvo tu suerte y tu paz.
Y recuerda tener la vagina bien lavada
la carucha refrescada, la nariz sin mocos
en cualquier momento aparece la celada
y te quedás sin tocos.

Un aporte desinteresado del Servicio Penitenciario Nacional a la poblaciòn carcelaria.

Daniel Ballester / Jefe del operativo Desenjaulando la Patria.-

viernes, 11 de noviembre de 2011

11 veces 11

Me atrinchero en la radio. Agua para saciar la fuente, música para ensordecer las explosiones. Dejo que pasen los minutos sobre el micrófono negro. Subo a la terraza y veo como cae el faro del palacio Barolo. La Av de Mayo es testigo del desastre pero no quiere hablar. Paciencia. Me atrinchero en la radio. Son los primeros segundos del fin de todo. Ya somos fantasmas, ya animales de la ensoñación. ... Llegó la hora y no hay vuelta atrás. La cuenta reagresiva de los siglos acaba de chocar con nosotros como un meteoro de acero y nácar. Son pulsiones astronómicas, viajes muy adentro del ser del tiempo. Me atrinchero en la radio. En la oscura fascinación de la niebla en trance; en el tope de la cima del volcán enardecido; bajo las señales de los semáforos en rojo permanente.
Crujen las aguas servidas. No hay salvación porque salvarnos sería destruirnos. Me atrinchero en la radio. Beso a tus hijos. Acaricio a mis gatos y me dejo llevar por el silicio de fuego que escupe una bola de dios hecha llamarada. No veo un puto colectivo en la inmediaciones. No tengo monedas. Estoy atrincherado pero no tengo miedo, solo transpiro sangre, me lloran los ojos y hecho unos mocos azules por la nariz.
¿Y vos, pudiste al menos salvar algún libro, algún recuerdo, alguna canción?
No me contestes ahora.

domingo, 30 de octubre de 2011

El silbido y la sombra

Le faltaba la pierna izquierda
parecía sumergido en la admonición de su bienestar
arrastrando la prudencia de las cobras.
Silbaba.
Ella lo tomaba del brazo
y en cada esquina le acariciaba el hombro.
Los seguí hasta los escombros de la luz
después volví a mi sombra;
la cara de esa mujer
era la de Emma Zunz*.

Hoy golpeó la puerta de mi casa
le tembló la voz cuando le dije que la había reconocido
me observó como quien mira sangre
y se perdió en el fondo del zaguán.

Ahora es ella la que espera
como si un cuerpo hiciera las veces de otro cuerpo
como si los desplazamientos de Emma Zunz se
relacionaran con direcciones opuestas:
hacia fuera para armar la coartada
hacia adentro para consumar el crimen.
¿Quién teje bajo el crepitar del fuego su conjuro en la noche?
El viento sopla quisquilloso
su polvareda sorda.


* Emma Zunz: Cuento de Borges donde el narrador parece ausente y los hechos se presentan por si solos como en un informe.